jueves, 3 de marzo de 2011

Anasagasti y Ella

Mañana, viernes: día de la gamba. Debería ya estar durmiendo. Pero la idea del albino Anasagasti utilizando por primera vez sus capacidades sexuales para sobornar el ánimo de MoederTeresa me ha dado tanta grima que no me puedo dormir.

Ya estamos en la casa nueva, y también es que hay un pitido todo el tiempo, se escucha en los tres pisos. Viene desde dentro de los radiadores, como si ensartase el corazón del edificio. También la caldera aquí al lado.
La habitación es amplia y nadie sube. Estoy aquí, en mi modesta sala de máquinas. El propio borboteo me aísla. La mesa recibe la luz de la ventana y veo el vientre de las gaviotas cuando vuelan por encima. Pero el albino anda abajo, no me olvido: su vaso de leche fría y su paquete de virutillas de chocolate para el pan. Cuando ve la tele, se pone una capucha. Y la ve mucho. "¿Pero no ves que es una risa?", dice Ella.
Los hombres son débiles y desordenados, y las mujeres…bueno, a las mujeres les gusta estar con los hombres, ¿no?, y además luego se sienten infinitamente agradecidas. Mira por ejemplo Anasagasti. Es temeroso y obediente como un buey. Carece de iniciativa para las cosas más básicas. En cambio Ella… ¡Ella podría poner en marcha hasta un asedio! ¿Qué es lo que está mal aquí? ¿Soportar las excrecencias de la vida diaria a solas?, se me ocurre.

lunes, 21 de febrero de 2011

El dragón y la gamba


El lunes es una gamba: nada mansamente en su pecera sin enredarse con los bigotes. Se ducha de mañana, recoge la habitación, va a trabajar. A las 12 de la noche está cansada y se vierte al catre a dormir. Gamba cristal rojo, ojos despiertos, mandíbula descolgada. El martes puede que también, y también el miércoles, aunque ya empieza a engordar, los ojos recorren órbitas cada vez más amplias, empieza a apretar la mandíbula. El jueves aún, pero el viernes. Lo que se levanta es ya un verdadero dragón, un animal sediento, absolutamente alcohólico y depravado, que no cabe por las puertas automáticas del último lugar al que va a trabajar. No sabe qué hacer con el dragón.

António dice: "No lo sé, tía, está en mi sangre. Una cerveza, y estoy jodido."
El último tren sale a las dos pero nunca lo alcanza:
- ¿Crees que puedes dejarme tu bicicleta, tía?
- La llave está en el ganchito, a la derecha de la mesa.
- Vale, tía. ¿Nos bebemos la última y me voy?


 Le doy el dinero y trae cerveza para los dos.


Nos sentamos en la terraza del Belgie aunque hace un frío atroz.
- No lo entiendo, yo soy así. En mi ciudad, un día, un tío me preguntó dónde estaba tal sitio. Venía en un coche gris o cosa. Se lo dije y se fue despacito. De repente, se quedó en la esquina, parado, como esperándome.
- ¿Y eso?
- No sé, tía. Pero yo llegué allí al lado, y el tío abrió la puerta y yo ¡bum! le di una patada. No sé, tuve una intución. Tuve la intuición de que a ese tío yo le tenía que dar una patada. El otro día fue al bar ese. Estaba en la barra, yo tranquilo pidiéndome una cerveza. Y el tipo ese, el del pelo largo, vino...
- ¿Quién?
- Ese tío que está siempre con las camisetas blancas y la barba.
- ¿Piratasdelcaribe?
- Ese, ese... Pues el tío. Me estoy pidiendo una cerveza y el tío se me queda mirando, me dice... ¿Te acuerdas el día que le robaron la chaqueta a Nuno? Nuno pegó a ese tío y yo estaba al lado. Pues el tío me dice: "No me gusta verte por aquí. Tú que me has pegado". Pero yo no era, tía, tú te estás confundiendo, yo a ese tío no le he tocado, siempre dicen que soy yo. Pero no sé, tía, yo no puedo beber más que una. Voy a llegar tarde a casa y Elske se va a cabrear. Gracias por la bicicleta. Es una mierda pero está en mi sangre.¿A la nossa?
- Si, venga, a la nossa.

domingo, 13 de febrero de 2011

No doble sino triple


Hemos comprado las entradas y vamos a por la cerveza. Pasamos por delante de Winkel van Sinkel y dice: "Este es mi edificio favorito. Pero tenemos que volver a tiempo, no vaya a ser que alguien ocupe nuestros sitios". Las butacas están numeradas, faltan 45 minutos para que empiece la película y contemplo los grandes paneles de "error" que adquierten de lo que supondrá vivir con Anasagasti y su novia.
Utrera está en descongelación, aún no hay nadie en la calle y en el café Belgie podemos hasta elegir mesa. Me pido una doble pero no me hace efecto. Parece sopa y no me puedo beber la cerveza entera por las prisas. ¿Quién es Ella habiendo elegido a Anasagasti como esposo? El último punto de contacto se resquebraja como una luminosísima capa de hielo y me veo caminando por el mar de Aral a solas.
Me entran unas irreprimibles ganas de reír.

martes, 8 de febrero de 2011

Dag, duiker! Dag, lekkage!

¡En veinte días nos vamos, el bungaló de Yan-é nos espera!

Imágenes para el recuerdo: en primer término, la alcantarilla del jardín, que ha terminado por tener un efecto devastador en los caracoles desnudos (naaktslakkenen) que durante siglos lo han habitado, tsunamis casi diarios los han obligado desaparecer. Porque una cosa es que te mole la humedad, y otra bien distinta, vivir en una charca pestosa.
A continuación, las patas metálicas de un pupitre escolar (peso neto, 1.000 kilos), teletransportado desde algún contenedor recóndito del condado hasta nuestro hogar sin dejar huella.
Al fondo, el linóleo de mármol blanco del suelo del baño. En su última visita, Jasper, nuestro entrañable "klusjesman" (ook wel manusje-van-alles of factotum), lo dejó tras de sí como una estela pero nunca volvió a recogerlo.
Jasper... oh, Jasper, muchacho de cabellos pajizos: ¡te echaremos de menos!