martes, 8 de febrero de 2011

Dag, duiker! Dag, lekkage!

¡En veinte días nos vamos, el bungaló de Yan-é nos espera!

Imágenes para el recuerdo: en primer término, la alcantarilla del jardín, que ha terminado por tener un efecto devastador en los caracoles desnudos (naaktslakkenen) que durante siglos lo han habitado, tsunamis casi diarios los han obligado desaparecer. Porque una cosa es que te mole la humedad, y otra bien distinta, vivir en una charca pestosa.
A continuación, las patas metálicas de un pupitre escolar (peso neto, 1.000 kilos), teletransportado desde algún contenedor recóndito del condado hasta nuestro hogar sin dejar huella.
Al fondo, el linóleo de mármol blanco del suelo del baño. En su última visita, Jasper, nuestro entrañable "klusjesman" (ook wel manusje-van-alles of factotum), lo dejó tras de sí como una estela pero nunca volvió a recogerlo.
Jasper... oh, Jasper, muchacho de cabellos pajizos: ¡te echaremos de menos!


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